Noelia Zapata, gerente de la cooperativa con sede en Crespo pero diversificada con una oferta amplia de productos y servicios en toda la región, analiza un nuevo aniversario internacional del movimiento. Habla de la forma de gestionar, del compromiso con los valores históricos, los cambios y los nuevos desafíos. La reciente fusión de la cooperativa de Diamante y la necesidad de la eficiencia para crecer y seguir siendo la compañía que más tributa en la provincia. Los números de una cooperativa ejemplar.
Desde hace 40 años integra la cooperativa más grande la provincia. En todo este tiempo ha ido ganando espacio, acompañando un crecimiento explosivo, y durante 22 años estuvo a cargo de la subgerencia, de modo que “nada de lo que nosotros hacemos me es ajeno, conozco cada rubro y cada lugar”, asegura. Los lugares de decisión tampoco le son ajenos, y no le pesó nunca –asegura– su condición de mujer. Es contadora y hoy lidera un complejo de actividades económicas que incluye a más de 600 empleados directos –un buen número de indirectos– y unos 5.400 socios; pero también representa a la empresa en el Consejo Empresario, donde ocupa la vicepresidencia. Maneja un respetuoso perfil bajo, pero no duda en imponer un estilo firme, y con este espíritu está a cargo de La Agrícola Regional, la cooperativa con sede en Crespo pero que se ha diversificado generando negocios que partieron de la actividad agrícola y que hoy incluyen combustibles, energía, supermercados, construcción, alimentos balanceados, y muchos otros con los que “intenta que la cooperativa crezca ayudando a los socios a que sus productos se comercialicen con el mayor valor agregado posible”.
Noelia Zapata conversó con DOS FLORINES acerca del momento del movimiento cooperativo –en la previa del festejo del día internacional– y precisó las principales dificultades y los desafíos. Habla de la venta de parte de SanCor, principal cooperativa del país, y de la compra de la cooperativa de Diamante. Dura con algunas decisiones, cuestiona elípticamente al kirchnerismo por hacer un abuso de la herramienta y entiende que “el cooperativismo tiene que ser apolítico, no involucrarse en la religión y no debe ser racista. Esos son los verdaderos valores del cooperativismo. Uno puede trabajar con quien quiera, asociarse con empresas, tener sus ideas políticas, pero a las cooperativas no hay que embarcarlas en esas cuestiones porque se complican las funciones para las que fueron creadas.
– El movimiento cooperativo esperaba de alguna manera este desenlace de SanCor…
– Lo que pasó con SanCor en realidad viene pasando hace muchos años. SanCor ha tenido una política de incorporar tecnología para poder desarrollarse y liderar el mercado, ha debido tener recursos humanos y productores muy tecnificados y eso fue bueno para la empresa. Por eso SanCor, en todos los años de su historia, ha tenido productos de excelente calidad. Creo que lo que sucedió no tiene tanto que ver con la figura jurídica. Las cooperativas deben ser administradas como empresas, con una mirada y un enfoque diferente. Pero tienen que ser administradas como una empresa. Tal vez SanCor tomó créditos muy importantes en su momento y eso terminó influyendo. Porque en la vida de una empresa hay momentos y momentos. Hay situaciones que se imponen y otras no, y el gremio de Atilra exige costos muy altos para una empresa cualquiera, mucho más para una empresa que recién comienza le genera un costo de 45 mil pesos por empleado.
– ¿El cooperativismo pudo prever esta situación de la principal cooperativa?
– La figura cooperativa no tiene nada que ver con las crisis, sino cómo se administra una empresa. Ninguna empresa cooperativa que tenga problemas puede argumentar que empezaron ahora, sino que sabemos que vienen de mucho tiempo atrás. No se hicieron las administrativas necesarias, y lo digo con conocimiento de causa de una cooperativa que acabamos de absorber, y lo que uno viene viendo en este tiempo.
– ¿Una sociedad anónima hubiese tenido los mismo o peores problemas con una administración similar?
– Sí, estoy convencida de eso, la verdad que si uno se pone a pensar el valor que tiene SanCor a partir de la calidad de sus productos cuesta entender el momento. Ha tenido productos innovadores y hoy está compartiendo sus productos con otras empresas.
– ¿Este análisis es compartido en el sector cooperativo?
– La verdad no sé qué piensa el sector sobre este punto. Lo que sí hemos estado viendo con funcionarios de primera línea de ACA (Asociación de Cooperativas Argentina) es que si se tienen buenas administraciones, si se tiene en claro para dónde se va, es más previsible tener un buen futuro. Ahora, si se está con administraciones mediocres, donde la conducción no está profesionalizada y los intereses de la empresa están por detrás de los intereses personales pueden suceder cosas como ésta. Una cooperativa es una asociación de personas que elige a representantes que son los que administran. Pero esos socios administradores tienen que ser muy acompañados por toda la cooperativa. Cuando uno tiene una empresa particular le pone toda la energía ahí, cuando uno tiene una empresa particular tiene que ser solidario acá y allá y estar en todo el proceso. Pero, además, las cooperativas tienen que pensar en darle una mano al sector agropecuario que en estos últimos años ha tenido cosechas muy difíciles, donde en Santa Fe y Entre Ríos la cosecha ha sido muy mala. Hay que ayudar a todos, pero primero hay que sostener a la cooperativa.
CAE UN SÍMBOLO.
– ¿Puede haber un impacto simbólico con la caída de SanCor en el sector?
– No es una caída total. Está vendiendo algunas marcas, está compartiendo. Lo que sucede es que no hay en el país otra cooperativa de la envergadura de SanCor que pudiera asociarse o asistirla en este momento, y quizá la venta a una sociedad anónima puede parecer más impactante. Son marcas muy caras y desde este punto de vista es entendible que no sea otra cooperativa. No hay una cooperativa láctea de la magnitud de SanCor, con marcas de excelente calidad e innovación. Hay que ser conscientes de que SanCor estuvo muchos años vendiendo a Venezuela, que tiene sus criterios y problemas y no ha ayudado mucho tener un cliente único que cayó en problemas.
– ¿Habla de una vinculación política que termina afectando el sistema?
– Por supuesto, y eso lo tenemos muy en claro. El cooperativismo tiene que ser apolítico, arreligioso y no debe ser racista. Esos son los verdaderos valores del cooperativismo. Uno puede trabajar con quien quiera, asociarse con empresas, tener sus ideas políticas, pero a las cooperativas no hay que embarcarlas en esas cuestiones porque se complican las funciones para las que fueron creadas. Creo que hay que hacer mucho hincapié este sábado (por ayer) en este tema cuando festejemos el Día del Cooperativismo. El cooperativismo es el encuentro de personas que tienen intereses y esfuerzos comunes para trabajar en forma solidaria y honesta, pero no son cooperativas aquellas que fueron creadas y digitadas por el Estado pura y exclusivamente para distribuir cuestiones de cajas, dinero o de beneficios. Eso no se puede llamar cooperativa. Los que trabajamos en cooperativas que respetan los valores y el sentido nos sentimos ensuciados cuando se habla con tanta liviandad del sistema cooperativo. Ayer hablé con un funcionario del Inaes y coincidimos en que el Instituto fue una caja de aprobación de pseudocooperativas, ya que en estos 10 años se aprobaron unas 10 mil cooperativas que tenían que ver con distribución de cajas.
– ¿Desde adentro no pudieron hacer nada para evitar eso?
– La verdad que no. Todos los estamentos del Estado tuvieron conducidos con una idea no participativa. El Ipycmer funcionó bien. Pero a nivel nacional ni las empresas ni las cooperativas podían sugerir o proponer nada, ni cambiar ningún rumbo de lo que dictara cada ministerio, ni hablar con trigo, maíz, soja.
– No es un buen argumento, sobre todo para las empresas vinculadas a la obra pública
– Sí, la verdad que es un terreno doloroso para la Argentina. Lo que digo en cuanto a las cooperativas es que hay que separar unas de otras, donde le pusieron nombre de cooperativas para negociados. No estoy hablando de las cooperativas de trabajo que hay muy buenas y loables en la Argentina. Se dice que hay 23 mil cooperativas en el país, 10 mil que son pseudocooperativas y 13 mil que funcionan con los verdaderos valores.
Las cooperativas deben revalorizarse, no devaluarse. Cuando las cooperativas hablan de RSE, lo hacen desde los valores cooperativos, al igual que el compromiso con la comunidad. Cuando se habla del cuidado del medioambiente, es en el sentido de educación cooperativa, pensando en la sustentabilidad social a partir de los socios, del personal, en la comunidad. Si bien parece hoy un descubrimiento marketinero, las cooperativas lo hacen desde hace mucho tiempo. Y lo estoy diciendo desde la cooperativa de la provincia que más impuestos paga en concepto de Ingresos Brutos, y ni hablar en todas las cargas que hacen al costo de producir, de trabajar, de ofrecer bienes y servicios. Es necesario debatir estos temas.
– ¿Los recursos humanos de las cooperativas son formados en el espíritu del cooperativismo o en el de la eficiencia?
– El recurso humano debe ser bien remunerado, para empezar; y en cuanto a la pregunta es algo que nosotros trabajamos y mucho. Acabo de participar en un congreso de ACA y se va a tratar de que todas las cooperativas trabajen la formación de sus recursos en forma general para capacitar a los valores cooperativos.
La operación Cooperativa de Diamante
“Diamante no viene bien de ahora, en estos casos sucede lo mismo que en este caso con la mala administración. En una cooperativa, el derecho de uno termina donde empieza el derecho de otro, como en la sociedad. Diamante tuvo dos o tres cuestiones. En 1999 los socios tuvieron que poner su capital y pusieron en 10 años su cereal para que no se cayera. Vendieron activos que poseían para sostenerse como tendido de líneas. En 2012 tuvieron que vender otras plantas más. Venían hace tiempo en un proceso de mal en peor. Ahora vendían todas sus plantas y aun así le quedaban deudas y no podían continuar porque tenían una excesiva cantidad de empleados, poco volumen, poca diversidad, con el agravante de que el campo no venía bien todos estos años. Sumado a esto, el último tiempo el costo financiero afectaba mucho a su deuda”, resume Noelia Zapata cuando habla de la reciente operación que generó un gran revuelo en el sector, pero que le permitió mantenerse en pie.
– ¿LAR fue la única solución para una cooperativa que estaba en quebranto?
– Sí, claro. Si tenés una deuda importante que no evoluciona, el costo financiero te quiebra por la mitad. Eso fue lo que le pasó a Diamante. Poca evolución y demasiado personal. Nosotros nos hicimos cargo de la cooperativa de Diamante con un plan de retiros voluntarios en la empresa, donde se le pagó a cada uno la indemnización que correspondía logrando una baja del 25 % de la plantilla. De las 105 personas que había quedaron 78.
– ¿El estado final de la cooperativa fue deliberado?
– No sé, quizá fue más lograda en forma irresponsable o negligentemente. Por eso hablaba de la idoneidad en la administración. Esta sobredimensión nunca se tomó en serio. Se reunieron en asamblea, vendieron sus plantas, algunas le quedaron. En otro sistema que no fuera el cooperativo era una quiebra lisa y llana.
– ¿No hubo posibilidad que el sistema cooperativo saliera en auxilio de otra manera?
– O se tomaba como Cotapa donde todos los entrerrianos pagamos, pagamos y pagamos. Quedó la única y mejor opción que había para todos.
DETRACTORES.
– ¿Por qué hubo voces contrarias?
– Había muchos que estaban acostumbrados a que la cooperativa diera créditos que no cobraba nunca, entonces las voces tienen que ver con eso, y también porque hay una cuestión de identidad de la comunidad al sentir que perdía su cooperativa. Lo que hay que tener en claro que nadie perdió nada. Los que se fueron lo hicieron con retiro voluntario y su historia fue compensada, y los que quedaron lo hicieron con su antigüedad y todos sus derechos anteriores. Los asociados no perdieron ni pusieron un solo peso, y con su voto son ahora socios de La Agrícola. El Estado no puso nada, la comunidad no perdió nada. Se pudo hacer eso porque el pasivo que tenía con ACA fue refinanciado a LAR a 15 años. Nos ve mucho más confiable y podemos refinanciar. Les debían más de 100 millones.
– ¿LAR consideró que aun en este estado de cosas podían llevar adelante a la cooperativa de Diamante?
– Se refinancia una deuda de 36 millones a 15 años a una tasa muy conveniente, que pagamos con cereal. Nos quedamos con personal, pero entendemos que la evolución de La Agrícola debe darse para esa zona geográfica, por lo que los recursos humanos ociosos son para ese crecimiento. También creemos que el entorno de negocios vinculados con el agro va a cambiar y consideramos que el mundo va a seguir comprando alimentos, y necesitará materias primas que genera el agro. Ese es un tema que consideramos importante de cara al crecimiento de La Agrícola.
– Todo indica que están pensando en la potencialidad del puerto…
– Sí, claro que lo vemos como algo positivo. Pero no hay que olvidar que la empresa Cargill está a cargo. Sí vemos que cualquier emprendimiento debería venir de la mano de ACA, ya que para desarrollarlo nosotros solos resultaría complejo.
– ¿ACA está también interesada en el puerto?
– Seguro, y si miramos la cuestión geográficamente, La Agrícola tiene mucho para desarrollar desde Crespo para el lado del río. Hay que desarrollar mucho y hay que impulsar mucho el turismo en la ciudad de Diamante.
– ¿Están pensando entonces seguir diversificando la paleta de servicios de La Agrícola?
– Estamos reformando la casa central para llevar ferretería y corralón. En el rubro combustibles nos está yendo muy bien en la estación YPF, que está en el ingreso de Diamante, por la ruta 11, y que ahora está a cargo nuestro. A esa estación de servicios le vamos a cambiar la cara, queremos hacer un punto de encuentro, que la gente vaya a comer y que sea un punto de encuentro. A la estación de servicios de Crespo también la vamos a poner más linda.
– ¿Qué porcentajes de los excedentes invierten en LAR?
– Todo el excedente lo reinvertimos, y vivimos con crédito porque invertimos muchísimo. Este año hicimos inversiones por 37 millones de pesos.
Textual
-Hace 40 años que trabajo en La Agrícola, he aprendido a entender todos los rubros a partir del trabajo en equipo con gente muy profesional que tenemos en toda la cooperativa. Abogados, ingenieros, 15 contadores, y profesionales en todas las áreas. Si el número uno de cualquier área no es profesional, el segundo debe serlo. Trabajamos mucho con la juventud y La Agrícola tiene muchas personas de promedio 35 años.
-El movimiento sigue poniendo barreras de accesos a mujeres y jóvenes. Pero ahora es más fácil. Hace 30 años yo iba a una reunión y veía que estaba sola. Hoy voy y veo más mujeres y más jóvenes en cada lugar. Pocos, es cierto, pero muchos más que antes.
-Los problemas de las cooperativas tienen que ver con la idiosincrasia de los socios, la zona donde se desarrollan, con qué conducciones se manejan. La Agrícola en Crespo es una empresa que está relacionada con la comunidad, sentimos que Crespo nos tiene en la mira todo el tiempo, y es una protección y un control permanente. Los socios nos miran por su propia cultura de exigencia, de control y eso es bueno. Hay que cumplir con las reglas de la administración.
-No veo al gerentismo como un problema en absoluto. Uno debe buscar un equilibrio. El gerentismo si llega a la no concreción del objetivo para lo que fue creada la cooperativa, es obvio que es nociva. Puede haber una conducción más o menos fuerte, pero si todos participan, si todos crecen y se cumplen los objetivos, no lo veo un problema. Lo que nos falta a las cooperativas es mayor comunicación con los socios para que tengamos una relación más fluida.
-La comunicación es un déficit histórico del cooperativismo. Es una falla generalizada. En la administración parece que nos importan más otras cosas. El cumplimiento de las reglas, los controles porque estamos administrando bienes que son ajenos. Hay que encontrar un equilibrio y el consejo debe marcar las políticas. Hay que buscar personas idóneas para cada lugar.
-Hay que hacer más alianzas con otras cooperativas u otras empresas explotando las ventajas competitivas que hay en cada zona. Tenemos grandes fortalezas en la agricultura, la porcicultura que se está desarrollando, la ganadería que tendrá un gran futuro nuevamente porque si se abre la exportación es un nuevo impulso. Nosotros tenemos desde la cooperativa la obligación de apoyar al productor para generar las condiciones para exportar más valor agregado y menos commodities. Que podamos aportar proteínas al mundo y a los consumidores, con más valor agregado en la cadena.
Los números de LAR
A pesar de que la cosecha de soja fue mala en Entre Ríos, con una pérdida casi del 50 % y aun cuando falta ponderar el mes de mayo, el último balance de LAR –que cerró el jueves– alcanzó una facturación de 2.400 millones de pesos.
Empleados 595 directos y permanentes
Indirectos 300 personas
Asociados 5.400
Balance 2015 1.900 millones de pesos
Balance 2016 2.400 millones de pesos
Pago de impuestos 2015 50 millones
Inversión último año 37 millones
Fuente: Dos Florines